Uno de los individuos más trascendentales que ha marcado la historia criminal fue Jeffrey Dahmer. Se conoce por ser uno de los asesinos más despiadados de Estados Unidos, cometiendo así una serie de actos criminales a finales de la época de los setenta que le llevó al ingreso en prisión. Lo acusaron de matar, descuartizar y realizar diversas prácticas necrofílicas y caníbales a diecisiete hombres.
El perfil psicológico de Dahmer era complicado. Aunque su infancia no fue traumática, -sin episodios violentos o sexuales- como en el caso de otros asesinos seriales -como Ted Bundy-, se caracterizó por ser un individuo carente de emociones. No le gustaba socializar, era un tipo solitario y carente de intereses en la vida. Era muy inseguro y tenía miedo al abandono.
Sus primeros problemas nacieron cuando cumplió la mayoría de edad. Su condición sexual se veía atraída por otros hombres, motivo que se sumaba a su ya aflorada inseguridad. Empezó a tener una considerable atracción por las fantasías sexuales en las que ejercía el control de sus amantes. Los imaginaba inconscientes e incluso muertos.
Su actividad criminal fue formándose poco a poco: al comienzo de sus hazañas, tenía cautela matando a sus víctimas por miedo a ser descubierto. Sin embargo, con el paso del tiempo fue acrecentando su ansia de matar.