El perfil criminológico puede definirse como la técnica de investigación criminológica por la cual pueden llegar a identificarse y determinarse las principales y distintivas características personales, de personalidad, de relación social y de comportamiento de determinados delincuentes, basándose en las evidencias observables en el crimen, o la serie de crímenes, que han cometido, en la forma en que lo han hecho, y/o en el estudio de los diferentes escenarios en lo que éstos han tenido lugar.
Su propósito es colaborar en el proceso de la investigación de ciertos delitos, intentando separar a esos delincuentes de la población general, por lo que se constituye en uno más de los instrumentos del proceso de la identificación individual de los mismos. No obstante, ha de aclararse que no se encamina a señalar a una persona en concreto o determinar una identidad específica, sino a sugerir qué tipo de persona es la que más probablemente puede ser la autora de un delito o serie de ellos, lo que puede permitir encaminar la investigación hacia determinados sospechosos o centrarla en unos esfuerzos y no en otros.
En este sentido, hay asociaciones profesionales que incluso propugnan que no debe utilizarse el perfil para sugerir la culpabilidad o inocencia de un individuo en concreto respecto de un crimen concreto.
El perfil criminológico tiene su esencia en el Principio de Edmund Locard (ley de la transferencia), enunciado en su obra Manual de técnica policial, en 1923:
“Nadie puede cometer un crimen con la intensidad que esa acción requiere sin dejar los numerosos signos de su presencia; el delincuente, por una parte, dejará indicios de su actividad en la escena del crimen, y por otra, inversamente, se llevará en su cuerpo o en su ropa los indicios de dónde ha estado o de lo que ha hecho.”